viernes, 28 de agosto de 2009


Dicen que de lo errores se aprende. Pero cuando un error lastima a otro y deja una marca ¿De que sirve la lección? Cuando el error que cometiste no tiene solución. Cuando cometes un error que pone en peligro a los demás. Cuando el error puede ser mortal. Cuando un error estúpido te marca para toda la vida. Cuando un error no tiene perdón, cuando ya es demasiado tarde y por más de que hagas lo que hagas no podes reparar tu error. Solo se puede llorar, porque hay errores que no tienen arreglo. Un corazón roto es como esa botella que se rompió en el verano, partida en pedazos, ya no se puede reparar. Son errores fatales, errores imperdonables. Errores que nos torturan toda la vida. Desesperados intentamos reparar ese error, hacer algo que al menos pueda enmendar en parte todo el daño que hicimos. Hay errores que cambian tu vida para siempre. Hay errores inesperados, fuera de todo cálculo. Son errores que no tienen arreglo.
Por arreglar ciertos errores uno daría su vida..

Duele amar a alguien y no ser correspondidos, pero lo que es más doloroso es amar a alguien y nunca encontrar el valor para decirle a esa persona lo que sientes. Tal vez Dios quiere que nosotros conozcamos a unas cuantas personas equivocadas antes de conocer a la persona correcta, para que al fin cuando la conozcamos, sepamos ser agradecidos por ese maravilloso regalo.
Una de las cosas más tristes de la vida es cuando conoces a alguien que significa todo y solo para darte cuenta que al final, no era para ti y lo tienes que dejar ir. Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces miramos tanto tiempo a aquella puerta que se cerró, que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros. Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto que no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos. Darle a alguien todo tu amor nunca es un seguro de que te corresponderán, pero no esperes que te correspondan; solo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece sé feliz porque creció en el tuyo. Hay cosas que te encantaría oír que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las dijera, pero no seas tan sordo para no oírlas de aquel que las dice desde su corazón.

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